Desde la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI) reivindicamos el derecho a la protesta ante un Gobierno que desconoce la realidad del país, se muestra indiferente y busca recargar sus responsabilidades a una ciudadanía ya suficientemente afectada por la pandemia, la precaria atención en salud y la ausencia de una renta básica que garantice los derechos de la población más vulnerable, sin contar las problemáticas históricas que se viven especialmente en los territorios.
Responsabilizamos al presidente Iván Duque, al ministro de Defensa, Diego Molano, a Eduardo Zapateiro, comandante del Ejército, y a los altos mandos de la Policía Nacional, por cada uno de los asesinatos perpetrados por aquellos que, habiendo jurado defender a su pueblo, alzaron sus armas y derramaron la sangre del mismo.
La CNTI y las organizaciones de los pueblos indígenas acompañamos a los diferentes sectores sociales que se han unido a las movilizaciones y recordamos que hacemos parte de esta lucha por la vida y la dignidad. Exigimos que se deje de criminalizar la protesta y que cese la desinformación en la prensa.
Seguimos rechazando la reforma tributaria y la reforma a la salud. Decimos NO a la violación de derechos humanos y de derechos fundamentales como a la consulta previa, libre e informada. Nos oponemos a la implementación del catastro multipropósito sin la participación efectiva de los pueblos mediante la consulta previa y al regreso de las aspersiones aéreas con glifosato a nuestros territorios. Honramos además la memoria de los líderes y lideresas asesinados/as: por sus vidas, sus luchas y el legado de sus procesos organizativos, reclamamos que se detenga el genocidio.
Así mismo, requerimos la participación real del defensor del pueblo, Carlos Camargo, quien ha estado ausente y cuya negligencia resulta escandalosa. Aún más, al ver que en su más reciente aparición, hizo un “llamado a la cordura” a la ciudadanía, ignorando por completo la situación que estamos viviendo los colombianos a causa de la militarización y las constantes agresiones, no solo contra los manifestantes sino también contra viviendas y transeúntes en zonas residenciales.
A fecha del 3 de mayo y ante la posibilidad de presentar un subregistro en la información, la plataforma GRITA reportó 1181 casos de violencia policial en Colombia. De estos, fueron reportadas 142 víctimas de violencia física, 26 víctimas de violencia homicida, 761 detenciones arbitrarias, 216 intervenciones violencias, 17 víctimas de agresión en sus ojos, 56 casos de disparos de arma de fuego, 9 víctimas de violencia sexual y 56 denuncias por desapariciones en el marco de las movilizaciones. ¡¡¡No es hora de callar!!!
Hacemos un llamado urgente a los medios de comunicación internacionales, a las organizaciones defensoras de derechos humanos y a las demás entidades competentes, para vencer la censura y que tanto los casos de brutalidad policial como las ejecuciones perpetradas por la fuerza pública, no queden impunes. Es indispensable saber quiénes han ordenado estos ataques directos y desproporcionados contra la población civil que claramente nos impiden hablar de un Estado en democracia.
Seguiremos en pie de lucha, ¡defender los territorios es defender la vida!
A pesar de ser un hecho ampliamente documentado, las víctimas de la masacre ejecutada por paramilitares del Bloque Calima de las AUC en el Naya siguen a la espera de verdad, justicia y reparación integral. Dos décadas después de lo ocurrido, el Observatorio de Derechos Territoriales de la Secretaría Técnica Indígena de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI) acompañó su conmemoración para recordar lo sucedido y honrar a sus muertos con el propósito de hacer memoria.
La región del Naya es mágica, amañadora, la calidez de su gente contrasta con la majestuosidad de los ríos que se mezclan con selvas verdes y vírgenes, y el agua que se desprende de las montañas, en gigantescos abismos, formando cascadas cristalinas.
El territorio está dividido en Bajo, Medio y Alto Naya lugar de convivencia de comunidades negras, campesinas e indígenas. Sólo cuenta con dos vías de acceso: una de ellas por el municipio de Buenos Aires, en el norte del Cauca y otra acuática por Buenaventura por el canal entre el océano Pacífico y el suroccidente del país en el Valle del Cauca.
Tras una larga cruzada a lomo de mula y luego de pasar por tramos del camino casi verticales, sobresalen las lomas “La Fatigosa” y “La Pálida”. Para quienes llegan allí por primera vez, una parte del trayecto sólo deja ver barro y un pequeño trazo por los barrancos que parecen fáciles de atravesar. Más adelante, en otros tramos como Piedra Lisa, resulta difícil no sentir miedo, al pasar por unas piedras gigantes, húmedas y muy empinadas sobre las cuales el paso de las mulas ha dejado por años una huella permanente.
El riesgo de resbalar y caer al abismo se olvida cuando emerge entre las montañas el “Cerro Azul”, un espacio sagrado de vida a simple vista virgen, que pareciera querer olvidar la llegada al territorio de actores armados y del narcotráfico.
Denunciamos públicamente que el Gobierno nacional ha expedido dos iniciativas que buscan reglamentar el derecho fundamental de la consulta previa con los pueblos indígenas, de manera inconsulta. Esto representa una transgresión al Convenio 169 de la OIT y a las reglas fijadas por la Corte Constitucional para la garantía de nuestro derecho a ser consultados, lo cual resulta regresivo e inconstitucional.
Inicialmente, el 7 de septiembre del año en curso, el Ministerio del Interior publicó “el proyecto de decreto por el cual se modifica el Capítulo 2 del Título 3 de la Parte 5 del Libro 2 del Decreto 1066 de 2015, relacionado con el Protocolo de Coordinación Interinstitucional para la consulta previa”, mientras que el 9 de septiembre se conoció la Directiva Presidencial No. 08, “Guía para la realización de la consulta previa”. Denunciamos que estas iniciativas no han tenido ningún espacio de concertación con los pueblos y comunidades indígenas, más aún cuando denotan procedimientos que involucran un derecho fundamental para grupos étnicos. En este contexto, se desconoce directamente uno de los principios esenciales de la consulta, el de buena fe, que debe guiar todas las actuaciones de las partes para lograr un entendimiento y confianza en condiciones de igualdad.
La jurisprudencia de la Corte Constitucional frente a la protección del derecho a la consulta previa de los pueblos indígenas ha sido reiterada y son claras las reglas que deben cumplirse para su materialización. Los nuevos intentos del Gobierno nacional ignoran estas reglas mínimas y pretenden imponer, de manera unilateral y sin consultarnos, procedimientos que le “facilitan” la instrumentalización de nuestro derecho fundamental, lo que limita su alcance y sus efectos, y deriva a su vez en una violación indirecta de nuestros derechos fundamentales.
Seguimos evidenciando cómo el Gobierno nacional está decidido a desconocer este mandato, por la ya denunciada propuesta del “Protocolo general de bioseguridad para el proceso de consulta previa, con las comunidades indígenas, afrocolombianos, negros, palenqueros, rom, raizales de San Andrés y Providencia y en general de comunidades étnicas”, que rechazamos con vehemencia por inconsulta, impertinente e inaplicable y que fue derogada por estas razones.
Vemos también con alarma que el Ministerio del Interior insiste, y así se lo ha dejado saber a los gremios económicos, en adelantar consultas virtuales y en condicionar su procedencia a la “conectividad” y a la voluntad del pueblo o la comunidad titular del mismo, así como aumenta indebidamente la presión a los pueblos auto aislados que están padeciendo los efectos nocivos de la pandemia.
El líder Iku falleció en la mañana de este sábado 5 de septiembre en Valledupar para encontrarse con sus ancestros y seguir protegiendo espiritualmente al Corazón del Mundo.
Hace 80 años, el 25 de septiembre de 1939, a tres horas en carro de la ciudad de Valledupar y muy cerca de Pueblo Bello, nació en Nabusímake (la tierra donde nace el sol) el ‘Sakukū Mayor’ José Camilo Niño Suárez, quien llegó a ser uno de los líderes más carismáticos y la máxima autoridad del pueblo Arhuaco.
Cursó hasta tercer año de primaria, aprendía con facilidad y gozó de una gran memoria. Recordaba con precisión el árbol genealógico de sus antepasados y de las once generaciones que le antecedieron. “Conocía el territorio con detalle y sabía dónde estaban los lugares sagrados en los que había que hacer los pagamentos”, rememora su hijo, Ricardo Camilo Niño Izquierdo, pocas horas antes de la siembra, nombre que dan los arhuacos a la ceremonia que realizan para honrar a sus seres queridos en su retorno a la naturaleza.
Sakuku Camilo Niño en las reflexiones sobre derechos territoriales con las autoridades del pueblo Arhuaco en Jamín, 2019.
Fue un hombre de carácter fuerte, lleno de buena salud y vitalidad, pero a la vez siempre jovial y dispuesto a servir a los demás, a escuchar a todos, aún si lo habían lastimado y a quien siempre le gustó estar rodeado compartiendo con la niñez de la comunidad.
A los 16 años inició su proceso como líder indígena; asumiendo diversas funciones y responsabilidades que lo llevaron a ser semanero (guardia indígena), cabo (coordinador de semaneros), representante de la región, presidente de acción comunal, fiscal de la mesa directiva del cabildo arhuaco, inspector, registrador, comisario de las autoridades regionales, concejal y consejero de la justicia arhuaca. Su experiencia y disciplina lo convirtieron en un experto de la sabiduría ancestral, lo que, sumado a su empeño por el fortalecimiento comunitario, lo llevaron a convertirse en el ‘Sakukū Mayor’, la máxima autoridad y última instancia del pueblo Arhuaco.
“Hacía tan solo dos años atrás, la comunidad de la Sierra Nevada le rendía un homenaje en el centro de Nabusímake por su gran aporte”, recuerda July Calderón, directora del Observatorio de Derechos Territoriales de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI). Es que además de ser un líder muy reconocido por las autoridades indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, José Camilo Niño es recordado por otros pueblos y organizaciones indígenas, pues su huella significó un aporte y avance para procesos de organización y defensa de los territorios ancestrales a nivel nacional.
En sus más de 60 años de servicio, José Camilo fue considerado por muchos indígenas como el padre que nunca tuvieron o un “padrino”: “era guía, sabio, mentor, consejero, orientador; pensaba más en los demás que en él mismo”, recuerda su hijo Ricardo, actual Secretario Técnico de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas.
“Si algo caracterizaba a mi padre era su vigor y fortaleza espiritual: era un hombre feliz, rara vez sus 11 hijos lo vimos flaquear; siempre estaba alegre y no era para nada egoísta, siempre estaba dispuesto a compartir lo que sabía y siempre luchó por su comunidad y por la unidad del pueblo Arhuaco”, asegura Ricardo Camilo Niño Izquierdo.
El legado que nos deja el ‘Sakukū Mayor’
El Mayor José Camilo era un gran defensor del territorio. Ayudó a construir numerosas escuelas, no solo en la Sierra Nevada de Santa Marta sino en varias regiones del país.
“De niño recuerdo sus enseñanzas y la manera como transmitía las cosas, se tomaba su tiempo”, comentó con nostalgia Ricardo Niño, “me llevaba a hacer recorridos por el territorio y tenía una enorme dedicación para enseñar”, sostuvo.
Y es que ser ‘Sakukū Mayor’ significa enseñar a través de la práctica y del ejemplo, significa dar respeto y valorar a la palabra. Es así como José Camilo Niño siempre cumplía lo que decía que iba a hacer.
Su simpatía y alegría siempre lo caracterizaban, “les tomaba del pelo a los demás y les ponía apodos, pero lo hacía con cariño, era difícil verlo triste”, comenta su hijo. Asimismo, su integridad y vocación por ayudar a los demás fueron claves para forjar su carácter, un legado que vive en sus once hijos, a quienes siempre enseñó que la unidad familiar y que su pueblo eran lo primero.
“Por ello, el pueblo Arhuaco se siente huérfano y los que vivimos y lo conocimos nos sentimos responsables de seguir su legado”, puntualiza su hijo, quien sigue sus pasos como su digno descendiente.
Tras varios días de rituales y ceremonias para honrar su memoria, lo que significó la búsqueda del sitio sagrado en el que sus familiares sembraron a su ‘Sakukū Mayor’; hoy el líder del Pueblo Arhuaco trasciende en el tiempo y espacio para encontrarse con sus ancestros o chundwa, quienes desde la cima, siguen orientando a los pueblos y protegiendo espiritualmente al Corazón del Mundo, la montaña litoral más alta del planeta, la Sierra Nevada de Santa Marta.
*NABUSÍMAKE es el pueblo sagrado de los indígenas arhuacos, localizado a medio camino entre el municipio de Pueblo Bello, Cesar, y el Salto de Atishe, el último lugar de ritual y pagamento de esta comunidad, a una altura de 2.200 metros sobre el nivel del mar, en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Zerankwa recibe hoy en Chundwa a un gran líder, un padre ejemplar, un abuelo alegre, un defensor incondicional del umunukunu: José Camilo Niño Suárez, Sakukū Mayor de la Nación Iku, una persona siempre dispuesta a la escucha y a compartir un sabio consejo.
Innumerables fueron sus luchas, sus aventuras, sus sacrificios, sus dolores y sus recorridos por la Línea Negra con el firme carácter de cumplir como buen hijo del pueblo Iku, ese mandato de la Ley de Origen. Gracias a sus esfuerzos, que han dejado en nosotros y nosotras infinitos aprendizajes, la organización del pueblo arhuaco es fuerte y muestra de dignidad.
Su ejemplo es motivación en sus hijos, como Ricardo Camilo Niño Izquierdo, Secretario Técnico indígena de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas, quien recibió este legado, fruto del caminar constante del territorio en compañía de su padre. Esa dignidad aprendida por la defensa del territorio y la reivindicación de los derechos territoriales, la demuestra con tenacidad día a día en su quehacer de la CNTI, espacio que el Sakukū Mayor fortaleció con el buen consejo, así como con sus conocimientos espirituales y culturales como Mamo de su pueblo.
El pensamiento, las acciones y la entrega de la vida en defensa del territorio, nunca mueren. Se renuevan como semilla de generación en generación. Aunque hoy el Sakukū Mayor José Camilo Niño Suárez no nos acompaña físicamente, la ausencia material no significa que olvidemos sus enseñanzas. Estas permanecerán en el territorio y estarán siempre presentes, a través de sus hijos e hijas por generaciones y también reflejadas en cada río, cada planta, cada montaña y cada elemento natural que día a día continúan vivos gracias al ejemplo permanente de nuestros mayores/as que nos enseñan de la guardia, la lucha y la protección incansable al territorio. Por eso, recordamos y enaltecemos su legado.
Hoy, todos los pueblos indígenas y originarios, tanto de la región como del país, lamentan profundamente esta invaluable pérdida. Sabemos que la lucha no acaba aquí, el camino es largo y la resistencia mediante el diálogo, la dignidad y el respeto será nuestra trinchera del corazonar colectivo para continuar.
En nombre del equipo técnico de la secretaría técnica de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas, deseamos que Dios y Kakw Zerankwa lo acojan en sus hermosas praderas. Buen retorno a Chundwa, Sakukū Mayor José Camilo Niño Suárez.
En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Indígena, representantes de diferentes comunidades del país compartieron las experiencias de sus procesos organizativos y las formas en que las mujeres se relacionan con el territorio desde la mirada de sus pueblos ancestrales.
Redacción CNTI
La mujer indígena es territorio, vida y fertilidad, pero es también ejemplo de lucha, resistencia y sabiduría que mantienen en firme el tejido social y espiritual. Por ello, los diferentes roles que desarrollan dan cuenta de aprendizajes que comienzan desde temprana edad y que responden a las problemáticas que aquejan a sus comunidades, especialmente a ellas en su condición de mujer.
Según Rosalba Jiménez, mayora del pueblo Sikuani, la mujer indígena desde su cosmovisión representa la dualidad y, lejos de “salir de una costilla”, viene del territorio y de la semilla de la Madre Tierra que representa la fertilidad. A su vez, comprender lo que significa el territorio, la mujer y la cultura es para Andrea Poto, lideresa comunitaria Nasa, mantener viva la tradición de sus propias lenguas y sus sistemas especiales de relación con la naturaleza.
Natividad Mutumbajoy, lideresa del pueblo Inga y fundadora de la institución educativa Yachaikury, destacó que el buen vivir está en sus territorios, pues allí está todo y la lucha es necesaria para poder disfrutar de sus tradiciones. Para Margarita Villafaña, lideresa arhuaca, las mujeres «como madres soportamos a una cultura y somos complemento del hombre, una familia, que entre los dos luchan por mantener una identidad cultural en el territorio. La tradición y la cultura nos permiten entender que podemos proteger entre todos desde la Ley de Origen y las normas tradicionales, con menos tensiones y guerra».
Los conflictos por la tierra, que históricamente han traído dinámicas de violencia y despojo, generan importantes afectaciones a los pueblos indígenas y de manera diferencial a las mujeres que han sido vulneradas por actores como colonos y grupos armados, entre otros. La creación de espacios formativos en los que convergen diferentes conocimientos ha hecho posible que surjan liderazgos desde lo femenino para defender la vida, el agua, el alimento y la pervivencia cultural de los pueblos.
Diana Campo, comunera Nasa, señaló: «La tarea más importante que tiene la juventud es formarse integralmente frente a las amenazas externas, entendiendo que hay muchos mundos indígenas distintos pero todos tenemos una Ley de Origen que es proteger y preservar». Por eso apuntó que, a partir de la noción de que la tierra no es propiedad de los pueblos, sino que estos pertenecen a ella y por lo tanto deben protegerla, la partida de cada compañero o compañera redobla la energía de lucha contra todo aquello que la pone en peligro, como las actividades extractivas y de la mega industria que desconocen los principios de su equilibrio natural.
Sostienen que esto está directamente relacionado con la falta de interés de los gobiernos, que durante décadas han desconocido las reivindicaciones de los pueblos indígenas y los exponen a toda suerte de situaciones que atentan contra ellos. Todo porque las lógicas económicas no corresponden con la visión que estas comunidades tienen del territorio, en donde ninguna de ellas estará por encima de la vida y la armonía.
«Los pueblos indígenas somos vistos como una piedra en el camino y en Occidente, por la cultura del dinero, nos ven como seres que debemos estar recluidos en las montañas y no comprenden cómo los sitios sagrados son la garantía de pervivencia de todos los seres vivos», añadió la defensora de derechos humanos de los pueblos indígenas, Margarita Villafaña.
¿Qué estrategias son contempladas para fortalecer los procesos locales?
Las hermanas Diana y Ebema Caizamo, del pueblo Emberá Wera en Chocó, hacen parte del grupo de danza Nepono Werara, en el que a través del arte se enseña a las nuevas generaciones a preservar y exaltar su cultura con los bailes tradicionales.
Ebema, de 13 años, conoce las afectaciones que sufre el río Atrato por la minería y la importancia que este tiene para la vida, pues la contaminación del agua con mercurio (utilizado para separar y extraer el oro) impacta directamente a su comunidad, que necesita del agua del río en sus actividades diarias. Ella recoge estas enseñanzas de sus familiares y especialmente de su hermana mayor Diana, que además se desempeña como docente y traductora de emberá-español.
Como lo expresó Margarita Villafaña, “debemos comprender dónde están los riesgos para poder mantener nuestra cultura y ser ejemplo para que los jóvenes sigan este camino de defensa y fortalecimiento de nuestra unidad familiar y cultural”.
Otra de las alternativas que planteó la mayora Rosalba Jiménez fue dimensionar que «el conflicto no solo son las armas sino también lo ideológico. [Por eso] hay que manejar un discurso desde nosotros mismos, desde nuestra esencia y no desde el conflicto”. Agregó que sus hijos están en el movimiento indígena y se siente orgullosa de eso, pues reconoce que las nuevas generaciones deben seguir reivindicando los derechos indígenas porque es una lucha de nunca acabar.
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