En el departamento del Putumayo, donde Colombia se encuentra con las fronteras de Ecuador y Perú, vive el pueblo Cofán, quienes llevan más de 30 años defendiendo su territorio ancestral, con una historia profundamente ligada a su territorio y a las economías extractivas que lo han atravesado y enfrenta nuevos y antiguos desafíos que amenazan su existencia física, cultural y espiritual.
La región del Putumayo, rica en biodiversidad y recursos naturales, ha sido durante décadas escenario de múltiples oleadas extractivas. A principios del siglo XX, la explotación del caucho y la quina marcó los primeros grandes impactos. Luego, en la segunda mitad del siglo, llegó la fiebre petrolera, y más recientemente, la llamada bonanza de la coca.
A pesar de estas presiones externas, el pueblo Cofán ha mantenido una firme defensa de su territorio a través de lideres como Pablo Puerres y Víctor Quenama Queta destacan que su lucha no es solo por la tierra, sino por la vida misma y la permanencia de sus prácticas ancestrales.
La defensa territorial de los Cofán no ha sido en solitario, su pueblo está organizado en la Asociación de Autoridades Tradicionales Mesa Permanente de Trabajo por el Pueblo Cofán, en articulación con cabildos indígenas de los pueblos Awá, Nasa, Kichwa y Embera Chamí, en los municipios del Valle del Guamuez y San Miguel- AMPPI CANKE.
Esta organización nació en el Primer Congreso Colombo-Ecuatoriano del Pueblo Cofán en 1998, realizado en marzo de 1998 en el territorio de Jardines de Sucumbíos, Municipio de Orito. Cuenta con 17 comunidades; 6 resguardos, 8 cabildos y 3 cabildos menores, trabajando bajo las directrices de su Plan de Vida.
Una de las mayores problemáticas del pueblo Cofán es la falta de formalización jurídica de su territorio. Aunque algunas reservas indígenas fueron constituidas entre 1967 y 1980 —como Santa Rosa del Guamuez, Yarinal-San Marcelino-Amaron y Bocana de Luzón— muchas no fueron convertidas en resguardos, lo que ha facilitado su ocupación por colonos, cultivos ilícitos, proyectos de hidrocarburos y hasta la instalación de bases militares.
Existen al menos nueve solicitudes de formalización en trámite, dos de las cuales datan de hace más de 25 años, como los casos de Tierra Linda y Bocanas de Luzón. Esta falta de avance, señalan líderes Cofán, constituye una violación al Convenio 169 de la OIT, que obliga al Estado colombiano a garantizar la propiedad y posesión sobre los territorios tradicionalmente ocupados por los pueblos indígenas.
Según el Observatorio de Derechos Territoriales de los Pueblos Indígenas (ODTPI), Putumayo es el departamento con mayor número de solicitudes de formalización territorial en Colombia, con 170 procesos en curso. Esto representa el 15% del total nacional y refleja la magnitud del problema en esta región fronteriza. Además de la lentitud institucional, los pueblos indígenas enfrentan la presencia de empresas petroleras que han generado nuevos conflictos, afectando su autonomía y deteriorando el equilibrio de sus ecosistemas.
Para los pueblos indígenas como el Cofán, el territorio no se limita a un bien material. Es un espacio de vida, de espiritualidad y de transmisión cultural. Sin embargo, las zonas ya formalizadas no cubren la totalidad de los sitios de importancia cultural o espiritual, y aún existen comunidades sin ningún reconocimiento jurídico sobre sus territorios.
La lucha por el territorio, aseguran los líderes Cofán, es también una resistencia activa por la protección del territorio, la vida y la continuidad de sus culturas. “El territorio es historia, es identidad y es la pervivencia para nosotros como pueblos”, afirma Pablo Puerres.
Aunque el marco legal como el artículo 14 del Convenio 169 de la OIT establece claramente la obligación estatal de formalizar los territorios indígenas, los procesos siguen siendo, en muchos casos, simbólicos y sin efecto práctico.
La restitución de derechos territoriales exige una articulación interinstitucional eficaz y con voluntad política real. No basta con reconocer los derechos en el papel; es necesario traducirlos en acciones concretas que garanticen la seguridad jurídica y el respeto a los pueblos que han habitado estas tierras por siglos. La historia del pueblo Cofán no es un caso aislado, es el espejo de una deuda histórica del Estado colombiano con los pueblos originarios.
¡Defender los territorios es defender la vida!






