En el marco de la COP30, la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI), con el apoyo de Forest Peoples Programme (FPP), realizó el evento paralelo “Defensoras territoriales indígenas, economías extractivas y transición energética en Colombia”, un espacio dedicado a visibilizar la voz, el liderazgo y las luchas de las mujeres indígenas frente a las transformaciones globales que impactan directamente sus territorios.
El panel estuvo integrado por Cielo Chindoy Muchavisoy, mujer indígena del Pueblo Kamëntšá, politóloga e internacionalista, defensora de los derechos territoriales y del Buen Vivir en el Valle de Sibundoy; y Paola Chindoy, mujer Kamëntšá y presidenta de ASOMI (Asociación de Mujeres Indígenas Sabedoras de la Medicina Ancestral), reconocida por su liderazgo en la defensa de los derechos de las mujeres y de los territorios. La conversación fue moderada por Camilo Niño Izquierdo, Secretario Técnico Indígena de la CNTI.
Las panelistas coincidieron en que no puede hablarse de justicia climática ni de transición energética justa sin reconocer la centralidad de los territorios indígenas y el rol de las mujeres que los sostienen.
Desde la experiencia Kamëntšá, explicaron que la justicia ambiental solo es posible cuando se respeta el tejido espiritual, cultural y comunitario que garantiza la vida. La transición energética no puede basarse en nuevas formas de extractivismo “verde”, sino en procesos construidos con los pueblos y no sobre sus territorios.
En su intervención, Cielo y Paola subrayaron que las decisiones globales aún se toman lejos de los territorios, sin comprender las realidades concretas que viven las mujeres indígenas. Persisten brechas estructurales: escasa representación en los espacios formales de negociación, falta de reconocimiento de sus aportes a la protección de los ecosistemas, ausencia de mecanismos reales para incluir sus propuestas en políticas climáticas y energéticas.
Aseguraron que sin la participación plena, efectiva y vinculante de las mujeres indígenas, la COP30 corre el riesgo de repetir la distancia histórica entre discursos globales y realidades territoriales.
El espacio visibilizó los riesgos específicos que enfrentan las mujeres indígenas en Colombia: violencia armada y presencia de actores ilegales, presiones extractivas, criminalización del liderazgo comunitario, sobrecarga de cuidados y afectaciones emocionales y espirituales.
Las panelistas hicieron un llamado claro a los gobiernos y a la comunidad internacional: proteger a las defensoras territoriales es indispensable para proteger la vida y el equilibrio de los territorios. No hay transición energética posible si continúa el despojo, la amenaza y la violencia contra quienes cuidan la tierra.
El evento cerró con un mensaje dirigido a todas las mujeres indígenas que defienden la vida en sus territorios: la fuerza de las defensoras nace de la memoria colectiva, de los saberes ancestrales y del mandato espiritual de cuidar la Madre Tierra. Su caminar sostiene las luchas colectivas y recuerda que la defensa del territorio no debe costar la vida.
¡Defender los territorios, es defender la vida!






